Por la igualdad de oportunidades, ni PISA, ni fracaso

Mª Ángeles Llorente Cortés. Federación de MRPs, STEPV_IV.

Cuando leáis este artículo estarán por publicarse o se habrán publicado ya los resultados del Informe PISA. Es de los resultados de este Informe y de sus imitadoras Evaluaciones Diagnósticas Censales, de donde nuestros actuales gobernantes del partido Popular dicen extraer las principales conclusiones para recortar y reformar la educación en nuestro País. Así, en sus medios de comunicación afines, se realizan declaraciones tan nefastas como que más profesorado y más inversiones no garantizan mejor educación o que la educación pública es de mala calidad, o que hay que supeditar a la educación a
las exigencias de los mercados. Ante la avalancha de titulares que nos espera, fruto en la mayoría de los casos, de análisis superficiales, cuando no sesgados o malintencionados tanto del informe PISA como de una realidad en la que éste no entra, conviene dejar
claras unas cuantas cosas.

Poca gente cuestiona los presupuestos ideológicos que se esconden tras el informe PISA. El Informe PISA es elaborado por la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico, que impulsa y coordina las políticas neoliberales que se implantan en el mundo. Es un elemento más de la globalización capitalista que impone discursos y prácticas con el objetivo de convertir la educación en un negocio más al servicio de los intereses de los grandes capitales que dominan la economía y el poder.

No lo ocultan, en una lectura atenta del mismo veremos como se suceden sin cesar palabras claves: estándares, liderazgo, calidad total, excelencia, “rendición de cuentas”… que intentan suplantar los ideales de una educación pública, laica, gratuita,democrática, coeducativa, al servicio de la formación integral de la persona, de la igualdad de oportunidades y de la necesaria transformación social hacia el bien común.
El avance científico tecnológico, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la globalización de capitales y mercados, han hecho que las necesidades del mercado del trabajo cambien. La OCDE opina que dos décimas partes de la población activa serían suficientes para mantener la economía mundial. Con unos pocos cuadros bien formados en sus centros de élite y una mayoría bajamente cualificada, mal pagada, sin derechos, sumisa y resignada, satisfacen sus ansias de enriquecimiento sin límites. No les preocupa el pleno empleo, ni el reparto del trabajo y de la riqueza, ni la educación como derecho inalienable, como elemento de autorrealización personal y colectiva.

Desde el inicio, jugando y falseando el lenguaje, con medias verdades, un apoyo casi unánime de los gobiernos que lo implantan y de los grandes medios de comunicación, tratan de confundir a una ciudadanía desinformada que no conoce ni los objetivos, ni los medios, ni los fines de estas pruebas.

Los objetivos están claros y podemos verlo claramente en la LOMCE, que basándose en este y otros informe similares pretende mediante reválidas e itinerarios excluir al alumnado de una educación común lo antes posible, que promueve un currículo centralista, con asignaturas de primera y de segunda y con un carácter claramente adoctrinador, que impide la participación de las familias y el alumnado en la vida de los centros y que consolida y aumenta las medidas privatizadoras que desde hace años se
vienen sucediendo sin cesar. En definitiva un ataque sin precedentes a la Educación Pública.

En cuanto a los medios, La OCDE tira la piedra y esconde la mano. A pesar de que la propia organización reconoce y o pone por escrito que el PISA no pretende medir el buen o mal funcionamiento de los Sistemas Educativos, ni los contenidos curriculares de cada sistema, ni las prácticas pedagógicas de los docentes, resulta cuando menos curioso que las conclusiones que se extraen y todas las lecturas que se hacen del mismo, establezcan comparativas entre países que cuestionan los modelos educativos y propician la culpabilización del alumnado, del profesorado y de las familias de una manera escandalosa, creando una conciencia social de catástrofe educativa, que mina la credibilidad en el sistema y prepara el caldo de cultivo para la privatización.

Decir que el informe PISA evalúa por competencias es cuando menos incierto. La verdad es que no evalúa, sino que examina, y que lo hace en base a un modelo competencial reducido no ya a tres materias, sino a determinados aspectos de tres materias. Por poner un ejemplo las pruebas de lengua no requieren que el alumno o alumna redacte un texto mínimo en ningún momento. Tan sólo ha de elegir entre propuestas que se le ofrecen. Son de esas mal llamadas “pruebas objetivas, tipo test” que en muchos casos se pueden acertar al azar. Se trata de unas pruebas realizadas fuera de contexto que ni tan siquiera miden lo que dicen medir y que se realizan a muestras de población que no son representativas del conjunto, en cuanto que no hay conjunto como tal. La diversidad del alumnado, del profesorado, de las familias, de los centros, de las Comunidades Autónomas y de los diferentes países es tanta, que invalida este tipo de pruebas tan estandarizadas que realmente no dicen casi nada, aunque muchos expertos se empeñen en utilizarlas para exponer lo mismo que argumentarían sin ellas. En realidad nada aportan a la educación y su mejora, menos cuando lo que se comunica de ellas en los medios de comunicación, es completamente superficial y carente de rigor intelectual.

Lo que la OCDE pretende sin embargo es que el interés de las familias, del alumnado y por ende del profesorado, se centre en esas habilidades, de esas materias que examina, convirtiendo al resto en “marías” y transformando el deseo de aprender por el afán de aprobar, pervirtiendo el fin último de la educación que no es otro que desarrollar en las personas el gusto por el saber y la sesión por aprender.

Inzunza (2009), haciendo referencia al SIMCE (México) señala que s con este tipo de pruebas lo que se mide “no es la complejidad del aprendizaje humano sino conductas de adiestramiento ante ítems que se vuelven el eje del contenido del currículo. Este credo que acarrean las pruebas como el SIMCE no hace otra cosa que aceptar una pobre y desfigurada comprensión del progreso del alumnado”.

Aún así, si se analiza el Informe PISA teniendo en cuenta todas las variables que en él intervienen y teniendo en cuenta la historia educativa de cada país, podremos encontrarnos con datos sorprendentes como que a pesar de que el Estado Español está por debajo de la media en el porcentaje del PIB destinado a educación, en EQUIDAD ocupamos el segundo lugar por debajo de Finlandia. Recomiendo encarecidamente entrar en el enlace : http://elcoderi.blogspot.com/2013/10/desmontant-pisa.html

La perversión de que los discursos dominantes sobre la denominación de “fracaso escolar” se asienten en pseudoevaluaciones como el Informe PISA, nos da una ligera
idea de la pérdida de valores de la sociedad actual y de su deriva hacia políticas de segregación, exclusión, marginación e incremento de la desigualdad social. El “fracaso escolar” no se combate examinando al alumnado, los sistemas escolares no mejoran por más que se examine al alumnado sin cesar. Fracaso, éxito son palabras del mercado, nunca fueron consideradas en el mundo educativo y debemos huir de ellas por el fuerte componente negativo que ambas llevan implícito. Lo verdaderamente importante y útil es definir los objetivos educativos que pretendemos, analizar los contextos y las dificultades que nos encontramos y generar propuestas y mecanismos de acción que nos permitan ir avanzando en la consecución de los mismos.

Procurar que todo el alumnado desarrolle al máximo sus capacidades y potencialidades en el marco de una formación integral, al tiempo que se avanza en la igualdad de oportunidades deberían constituir el eje fundamental sobre el que se asientan los principios de un sistema educativo al servicio de toda la sociedad.

Para ello y a fecha de hoy las cosas están muy claras, las Administración Educativa debe propiciar un Buen Análisis de la Situación Educativa que tiene que contemplar centro a centro necesidades, deficiencias y potencialidades, no para establecer rankings, sino para implementar las medidas oportunas, no para premiar a los que obtienen mejores resultados, sino para compensar a los que no los obtienen. Este análisis debe hacerse con el protagonismo de la Comunidad Educativa. La Administración debe orientar y formar para hacerlo posible. Sólo si los centros toman parte en su propia evaluación y reconocen sus carencias, se sentirán parte de procesos de mejora. Cada centro es un mundo y se ha de dar a cada uno lo que necesita.

No se puede mejorar la educación, sin recursos. Es imprescindible que se destine más dinero a la educación y en particular a los centros con mayores porcentajes de alumnado con NEE, alumnado con problemática personal, familiar o social, en situación de riesgo de abandono, etc. Llegar a la media europea 7% del PIB parece un objetivo razonable. No nos engañemos sin recursos económicos, personales y materiales no puede mejorar la educación. La atención individualizada es un elemento clave en el rendimiento del alumnado. La disminución de alumnos y alumnas por aula y por profesor es urgente y un elemento clave de calidad educativa, así como que todos los centros tengan los recursos humanos que necesiten: PTs, TS, ES, Psicólogos,etc.

La formación inicial y permanente de los docentes es esencial en los procesos de mejora educativa. Formar al profesorado bajo los presupuestos de una escuela inclusiva supone poner en primer plano la formación para atender a la diversidad y para compensar desigualdades, la formación para el trabajo en equipo, no sólo con otros docentes sino con otros profesionales, en las escuelas y fuera de ellas, educadores y trabajadores sociales, educadores de educación especial, pediatras, equipos sociales de base, psicólogos y pedagogos, etc. La formación para la acción tutorial con el alumnado y sus familias y el tratamiento de conflictos también son esenciales para conseguir eliminar tasas de abandono.
Todas aquellas medidas que han resultado útiles para atender a la diversidad como son los desdobles, las tutorías individualizadas, los PCPIs, los PAE, propuestas metodológicas interdisciplinares y/o globalizadoras como trabajar por ámbitos o por proyectos, la intervención de dos profesores/as en un aula al mismo tiempo, la organización del aula en grupos cooperativos, la mediación, la negociación y los compromios, la coordinación de los equipos de apoyo, bancos de recursos y materiales, no concentración de alumnado desfavorecido en la misma aula o en el mismo centro, deben potenciarse y generalizarse a todos los centros. Una buena Inspección Educativa tendría que promover un cambio de actitudes de ciertos sectores del profesorado desde la concienciación y el convencimiento, más que desde la imposición, tendentes a mejorar la práctica educativa en el aula.

El profesorado debe tener tiempos para la coordinación y el trabajo en equipo. En Secundaria es urgente asegurar no solo las coordinaciones de departamento y de tutores, sino también las de grupo-clase que permiten coordinar a todo el profesorado que imparte clase a un alumno/a (11 personas). La organización de la ESO debe cambiar radicalmente si queremos mejorar la calidad de la educación. La coordinación con la familia ha de potenciarse y regularizarse más allá de dejar una hora para que vengan las que quieran. La colaboración profesorado-familia es determinante en la consecución de buenos resultados académicos.

La educación de cero a tres años ha de estar garantizada para todo el alumnado en escuelas públicas. Sólo eso permitirá que el alumnado más desfavorecido pueda compensar las desigualdades de partida y llegar a la educación obligatoria en condiciones de igualdad.
La educación es tarea de toda la sociedad . Hay que situar el fin de la educación en la persona, en su EMANCIPACIÓN. Esto supone desarrollar políticas educativas que contemplen desde el nacimiento hasta la muerte de las personas. Supone trabajar por la igualdad de oportunidades desde el momento mismo de nacer, intentando paliar las desigualdades sociales desde la más tierna infancia. El Estado, las Autonomías y los Ayuntamientos deben trabajar juntos en este sentido, revisando y reformulando el papel que los servicios sociales deben cumplir. Al mismo tiempo es necesario articular ayudas a la maternidad y a la paternidad, que permitan armonizar la vida laboral y familiar y a su vez, aumentar su presencia allí donde están los niños/as . Hay que potenciar e incentivar asociaciones, grupos de trabajo, MRPs etc., que trabajen en torno a los problemas y retos que tienen planteada la educación y cuanto más interdisciplinares sean mejor. La formación de padres y madres es esencial y debe impulsarse desde los Centros educativos, Ayuntamientos y otras Administraciones y abordar con seriedad la relación entre la familia y la escuela. Hacen falta grupos de reflexión que sienten juntos a profesionales de la infancia: médicos, maestros, educadores psicólogos, jueces, padres y madres. Hay que plantear las cuestiones conjuntamente a partir de estudios de casos, de intercambios de experiencias, de soporte literario, cinematográfico u otras fuentes documentales. Los centros escolares deben abrirse al entorno y deben permitir que el entorno entre en ellos. Solo desde la colaboración interprofesional y comunitaria será posible construir la Escuela Pública Inclusiva que tantas personas deseamos.