Educación básica - Concejo Educativo de Castilla y León

Entendemos por currículum básico: el conjunto de capacidades y saberes teóricos, prácticos y vitales que toda persona debe ir consiguiendo a medida que convive, interviene crítica y solidariamente en el entorno, en condiciones de igualdad, y a lo largo del tiempo de su educación obligatoria.

La educación básica ha de proporcionar, por tanto, de forma equilibrada, una orientación personal, académica y profesional. De esta manera se busca la conexión con la vida presente y una adecuada transición a la vida adulta. Esta transición debe darse en igualdad de condiciones, reconociendo que se parte de una descompensación que habrá que tratar de corregir.

Esta orientación contrasta con la escuela tradicional (hoy dominante) que desplaza lo básico por lo preparatorio para etapas posteriores de estudio: relega los aprendizajes funcionales por los aprendizajes memorísticos; la cultura del medio por la cultura académicamente consagrada; el tratamiento global de la realidad, por el compartimentado; y las capacidades que favorecen la autonomía personal por un tratamiento rígido y planificado de lo que se ha de aprender.

Extraído de Aprendizajes diferentes, ciudadanía crítica
Documento de trabajo

Una persona pasa más de 10.000 horas en los centros de enseñanza en sus etapas básicas, sin haber ido a la escuela de 0 a 3 años, sin repetir y si no contamos la tarea derivada de la misma en las casas. Sólo estas últimas (siguiendo la norma de una hora en primaria y dos en secundaria que se da en algunos centros al alumnado) sumarían otras 2500 horas. Todo este gasto de tiempo tiene que tener un sentido muy fuerte que no podemos dejar de justificar. Concejo Educativo de Castilla y León cree que esta parcela de vida de cada persona dedicada a aprender debe servir, además de para aportarle algo en el momento en que lo esté recibiendo, a contribuir a que a todas y cada de ellas tengan una mejor calidad de vida en su presente y su futuro: a que estén más seguras, disfruten de las oportunidades que la sociedad ofrece de forma real, sepan cambiar lo que deseen junto con otras personas, etc.

Son muchos los ámbitos sociales que deben lograr lo anterior. El educativo debe ocuparse de dar una preparación suficiente a toda la población para desenvolverse en todos los ámbitos posibles, en los de ahora y en los del futuro, hacerlo en igualdad de posibilidades con el resto de personas y en colaboración con ellas, aunque manteniendo su propio estilo de actuación y sus intereses. Cuando en Concejo hablamos de todos los ámbitos nos referimos a que a una persona le es necesario saber desde expresar sus sentimientos en sus relaciones de pareja, de amistad etc., o ante una obra de arte o un "atardecer" hasta no retraerse al hablar en una reunión numerosa; desde desenvolverse por "oficinas de empleo" hasta tener la posibilidad de formar una sociedad o una organización, desde implicarse en los pequeños problemas de su entorno cercano hasta saber qué quiere votar entendiendo las propuestas que se están haciendo. Es decir, una enorme variedad de ámbitos por ser compleja la sociedad en la que vivimos, y que implican una enrome cantidad de contenido conceptual, de actitudes, de habilidades y capacidades a conseguir.

Desde este punto de vista no tiene sentido quedarse encerrado en los fines escolares, se necesita una perspectiva, una intencionalidad mucho más profunda, más humana. Se hace necesario dirigirse a la sociedad de donde, al fin y al cabo, parte la misma institución escolar.

Contribuir a los fines anterior puede ser imposible si no logramos trasladar las intenciones al trabajo práctico de aula y centro. Pensamos que tan importante como tener claros los fines sociales es concretar la forma en que eso se puede traducir a actividad de aula. Así, Concejo Educativo cree que es la sociedad, con su problemática, sus vivencias, sus carencias, sus debates, etc., quien ha de ser el eje curricular básico de los currículos de las áreas, de lo que haya que impartir en las escuelas. Llegar a dominar eso que podríamos llamar "contenido social" implicaría conocer determinados contenidos incluidos en Matemáticas, Geografía, Lengua, Tecnología, Historia, etc., que de alguna forma serían "áreas transversales". Pero además sería necesario tratar otros contenidos hoy no incluidos en ninguna, aprender determinadas habilidades y llevar a cabo lo que podríamos llamar "actividades de inmersión" en la sociedad que van a hacer más familiar al alumnado determinados ámbitos del mundo exterior.

Planteada así, la educación se convierte en una cuestión social y no sólo lo por su definición sino en su realización práctica. Por ejemplo, existen muchas personas o colectivos que viven y tratan de dar soluciones a determinadas problemáticas, verdaderos colectivos o persona expertas con las que habrá que contar para tratar dicha problemática en el aula. El enseñante no puede quedarse en cumplir un papel de transmisor de lo que encierra un área, necesita estar conectado con el mundo, servir de puente, aprender con el alumnado en cómo éste actúa y avanza.

Llevar a cabo un planteamiento en que los llamados "ejes transversales" se convierten en líneas principales del currículum y las áreas en "contenido transversal" organizado en función de lo anterior, tiene grandes implicaciones en la práctica educativa. Estos cambios conllevan, por ejemplo, unos horarios diferentes, una organización de recursos y espacios distinta, etc. También implican un tipo de profesionalidad o de participación en centros distinta, lo que lleva a la aparición lógica de actitudes encontradas, inseguridad en lo nuevo, etc.

Avanzar hacia esta línea socioeducativa supone poner en marcha experiencias parciales allá donde sea posible y de la forma en que las condiciones lo permitan. Solo así se podrá tener la suficiente experiencia para el momento en que hubiera posibilidad de hacerlo de una forma más global y poderlo llevar efectivamente a cabo.