Índice del documento Convivencia y conflicto en un centro educativo


Conflicto y convivencia en un centro educativo
Concejo Educativo de Castilla y León - Junio 2001

Apartado V
El centro: un lugar para convivir

 

Un centro educativo no es una simple suma de aulas en las se establece una dinámica y una relación especial. El centro educativo tiene una entidad como tal. En él se dan unas características concretas, tiempos y espacios, que hacen imprescindible concertar los principios  definidos en los primeros epígrafes. Para este marco global, hablaríamos de un “plan de convivencia del centro”.

La situación de partida

Definir una actuación en un centro, como en cualquier otro ámbito, implica el conocimiento de la realidad que tenemos. No se pretende aquí hacer un análisis de la misma pero sí resaltar algunos elementos que un centro debe superar si quiere potenciar la convivencia en un ambiente de participación:

- Existen intereses heterogéneos que van a señalar exigencias diferentes respecto al centro.

- Los ambientes familiares también serán diversos. En algunos casos van resultar problemáticos para la dinámica del centro (otros serán lo contrario).

- Los proyectos de centro (PEC, etc.) son en muchas ocasiones documentos que, de existir, son algo burocratizado y carentes de vida.

- Los ambientes sociales en que se desenvuelven los centros están contagiados en muchas ocasiones por la falta de participación y de práctica democrática real.

1- Guía para elaborar un plan de convivencia

Se propone desde este documento que exista en los centros educativos un plan de convivencia incluido en los proyectos de centro generales así como una concreción de los objetivos a conseguir en el mismo, en los planes anuales correspondientes.

Algunos aspectos, que quien desee llevar a cabo este plan quizá debiera tener en cuenta, son los que se incluyen en este apartado. No habrá que interpretarlo, pues, como la estructura que debe tener dicho plan, sino a modo de listado de elementos a tener en cuenta.

Su uso podría ser,  bien para analizar qué aspectos de convivencia se están trabajando en el centro o para saber qué debemos establecer y por tanto ayudarnos a elaborar un plan de convivencia.

1.a.-Principios para actuar

- Analizar los conflictos existentes en nuestros centros :

- qué consideramos conflicto (la disrupción, el bulling, los casos específicos: inmigrantes, pasotas, distracción…), a qué tipo de conflictos se dedicará tiempo y recursos.

- Establecer mecanismos de convivencia (también valorar la eficacia de lo que exista):

- qué mecanismo pueden sernos útiles para resolver conflictos: 

La mediación el contrato, etc. ¿Qué es? ¿Cómo se entiende cada uno?

- cómo definir normas:

principios y elementos necesarios  en el proceso

- cómo formar comisiones de convivencia como elemento de fomento de la misma.

- forma y grado de apertura a la comunidad educativa, barrio, zona

- tutoría: criterios respecto a este ámbito

- revisión: fin y proceso

- Elaborar estrategias de intervención, a corto y largo plazo para crear un buen clima de convivencia

1.b.- Elementos estructurales a utilizar

Vamos a plantearnos qué elementos estructurales es conveniente usar y cómo hacerlo:

- recursos de personas y aulas (aula-grupo, otros espacios, profesorado en aula, etc.)

- papel (tipo de autoridad, etc.) del equipo directivo y del D. Orientación

- qué papel  debe jugar el tutor como cargo.

- cómo establecer y para qué un equipo dinamizador.

- cómo formar las agrupaciones.

- otros elementos de importancia : cuáles y con qué características.

1.c.- Actitudes y actividades necesarias 

En nuestra forma de actuación siempre favoreceremos unas actitudes sobre otras. No todas ellas son convenientes en orden a lograr un buen clima de convivencia en los centros. Deberemos ser conscientes de qué potenciamos y para conseguir qué, respecto a toda la comunidad educativa, como por ejemplo:

- respeto a otras culturas, a lo positivo de ellas.

- actitud e implicación del profesorado, cómo lograrla.

- importancia de la actuación como equipo (consenso, coordinación,etc.).

- importancia y cómo establecer Implicación de la familia, del alumnado…

- aspectos esenciales de la actuación tutorial (dinámicas, consolidación del grupo, información al profesorado, familias, “escuchar”,etc.).

- qué Habilidades Sociales son importantes y para qué en el alumnado (comunicación, autonomía).

- qué pautas deben darse en la actitud del profesorado como esenciales, qué aspectos formativos abarcaría.

- importancia de la actividad “extraescolar” del centro y cómo habría que definirla.

2.-Algunos elementos de análisis y propuestas

2.a.-Análisis de los conflictos en nuestros centros

Siempre que existan relaciones entre personas van a existir elementos conflictivos que, además, nos van a servir para madurar como  colectivo y personalmente. Por otra un conflicto no es algo objetivo. Lo que para una persona no representa conflicto para otra sí, pues las visiones que se tienen la forma de vivir una misma situación son muchas veces diferentes. Deberemos hablar, por tanto, de conflictos que se perciben por parte de alguna persona o colectivo- con las consecuencias que en él origina- y que en muchas ocasiones permanece incluso oculto para otro.

 En un centro educativo nos podemos centrar en los siguientes ámbitos:

- Lo que el profesorado considera conflicto en las  relaciones con su alumnado.

- Los conflictos que percibe el alumnado tanto en sus relaciones con los compañeros/as como en sus relaciones con algún profesor/a.

- Los conflictos entre los profesores componentes del claustro

- Los conflictos con la comunidad educativa (familias)

Ahora bien, teniendo en cuenta el funcionamiento en nuestros centros debemos tener en cuenta, especialmente,  la visión del profesorado, ya que es quien marca de forma definitiva la dinámica en las aulas y el mismo centro.

Desde el profesorado se vivencia como conflicto en especial la indisciplina por parte del alumnado. Así mismo, el enfrentamiento abierto entre ellos, especialmente cuando se traduce en algo físico, “peleas”. Sin olvidar los destrozos de instalaciones o de material. En efecto habría que considerar la disrupción como conflicto en cuanto que constituye una circunstancia que impide el normal desarrollo y seguimiento de la programación.

También considera el profesorado que existen conflictos cuando en el aula se generan tensiones que tienen que ver con las relaciones que se establecen entre el alumnado. Nos referimos a la existencia de grupos cerrados dentro del aula, poco flexibles y en ocasiones antagónicos. En este aspecto cabe incluir también un fenómeno que observamos más acusadamente en el ámbito rural; es el rechazo que en ocasiones tienen los habitantes de alguna pequeña población hacia alguna familia concreta. Pues bien, este rechazo se reproduce en el aula, con lo que el conflicto entra en la escuela.

Por último contemplamos los casos en que algún alumno o alumna tiene dificultad para “encajar” con el resto de compañeros o sentirse partícipe en las dinámicas del aula, bien porque su nivel de maduración difiera mucho del resto de los compañeros o porque su nivel académico está desajustado. La percepción del propio alumnado como diferente del resto  y su frustración puede llevarle a tener conductas muy conflictivas si no se toman medidas que faciliten su integración.

En cambio existen determinados problemas de convivencia que no son percibidos como conflicto por el profesorado aunque pueda llegar a ser bastantes preocupante por sus consecuencias. Hablamos, por ejemplo:

- El  “bulling” o "persecución" de determinado alumno o alumna por otros

- La relación que el alumnado pueda tener con un profesor/a en cuanto a la imposición de normas, trato que les dispensa, etc.

- Existen también otras cosas que no son consideradas como conflictivas y que, por diversas razones, permanecen ocultas como la pasividad, la falta de participación de cualquiera de los sectores implicados en el Centro, la discriminación de grupos de personas admitidas como "algo natural". No hacerlo implicará que no se planteen caminos para su resolución.

Siguiendo con el profesorado, habría que incluir como conflictos los problemas que se producen  entre él mismo como colectivo (se vivencien o no como tales). En ocasiones, la falta de una buena comunicación y entendimiento entre los miembros del claustro puede llevar a:

- bloqueo en cuanto a la toma de decisiones, organización de actividades...

- actuaciones contradictorias, por la falta de acuerdo, entre los miembros del equipo docente o que pueden aparecer como tales para el alumnado, creando la consiguiente confusión. No se trata con esto de anular las diferencias individuales o profesionales del profesorado sino de trabajar como equipo.

- falta de acuerdos o no se tratan algunos temas.

2.b.- Propuestas para un plan de convivencia

Habrá que comenzar por remarcar la necesidad de un plan explícito de convivencia en los centros con entidad dentro del proyecto de centro que marque las líneas generales de actuación y principios a seguir en el mismo. El objetivo sería hacer sentir el centro de todos/as a través de diversas actividades que favorecieran una participación amplia de  la comunidad educativa y la creación de un buen ambiente.

Dicho plan debe llegar a la vida diaria y, por tanto, sería conveniente una concreción anual del mismo en la Programación general Anual, donde se especifiquen los objetivos para ese curso y la forma de conseguirlo.

Algunas características de dicho plan serían las que a continuación se proponen:

  • Principios para un plan de convivencia en todo el centro

 Para lograr un plan de convivencia que lo sea de todo el centro debemos cuidar principios como:

- La convivencia no es un aspecto a desarrollar en paralelo al aprendizaje pues ambos interactúan y se entrecruzan

- Deben desarrollarse los fines educativos que encierra la consecución de una buena convivencia. Dentro de estos fines debemos proponernos avanzar en habilidades en el alumnado de comunicación, relación social y autonomía.

- Debe ir avalado por la Comunidad Educativa, con la redacción de documentos vinculantes y clarificadores de los fines, medios necesarios, etc.

- Un buen clima de convivencia pasa por conseguir la implicación del profesorado, la familia y del alumnado.

- El alumnado y el profesorado debiera tener una responsabilidad al margen de su trabajo personal, que repercutiera en el centro, en el colectivo: formar comisiones amplias y variadas.

  • Actitudes

Un plan de convivencia no puede olvidarse de especificar qué actitudes son las que pretende favorecer y encuadrarlas en los fines que se propone.

Así, por ejemplo, resulta imprescindible que logremos una actitud de respeto hacia otras culturas y a otras formas de pensar y actuar, que nos acostumbremos a extraer lo positivo de ellas. Se hace necesario, por tanto,  recuperar la importancia de los valores dentro del proceso educativo.

No obstante para marcar cualquier tipo de estrategia debemos empezar por analizar cual es la realidad y en este caso qué actitudes ponemos en juego en las aulas y centros. En lo que respecta al profesorado podría decirse, en principio, que no existen actitudes negativas respecto a la idea que nos hacemos de culturas y formas de pensar distintas a la nuestra (salvo excepciones). En cambio en las actitudes “diarias” llevemos muchas veces a cabo actuaciones que menosprecian a personas de culturas distintas de una u otra forma.. Debemos plantearnos también, por tanto, como esenciales no solo la actitud del profesorado en todo lo explícito, sino  también en lo implícito y “oculto”. Si esto es cierto o allá dónde lo sea, será un aspecto a tener en cuenta para progresar hacia una educación intercultural en igualdad.

La colaboración es otro ejemplo de actitud esencial para la convivencia y por tanto a potenciar en el pronunciamiento teórico pero también en la práctica diaria. Para hacerlo se requiere que desde todos los sectores y desde el profesorado el primero, se impulse ésta en vez del deseo de sobresalir individualmente como se hace en muchas ocasiones en la práctica y que este planteamiento se traslade a todos los ámbitos, desde lo más general a la dinámica normal de clase.

  • Marco físico de desarrollo: espacios y tiempos

Una buena relación de convivencia necesita de elementos físicos a su alrededor que la apoyen.

En relación a la actividad a realizar con el alumnado no debemos tener en cuenta sólo lo estrictamente formal o de aula, sino toda actividad que se haga en el centro, pues en toda se educa y muchas veces existen muchas posibilidades de agrupaciones diferentes a la “normalizada” y relaciones que se establecen más allá de la mera clase.

Los espacios físicos, bien sean pasillos, aulas , biblioteca etc. con un ambiente acogedor, ayudarán a crear un buen clima de relación. Por el contrario los espacios deteriorados, sucios, no animan a una buena utilización. El buen estado de las instalaciones y la colocación de determinados elementos (decorativos...), serán facilitadores de ciertas actividades y conductas positivas.

Por otra parte parece conveniente hacer una referencia concreta a la distribución de horarios y distribución del tiempo. Esta no es una referencia o reflexión incluida generalmente en los centros, al margen de (o por encima de...) las horas-clase habituales. No se le da la importancia que tiene en la posible creación de aspectos  positivos o negativos en las relaciones, al ser un condicionante fundamental del estilos de actividad de todos los colectivos implicados en el centros.

A modo de ejemplo, y en referencia a los tiempos y espacios, resulta imposible o muy dificultoso que el profesorado y alumnado se impliquen realmente en la actividad en el centro, aparte de la docente o discente, tal y como se dice en los principios a tener en cuenta, sin un horario y unas condiciones adaptadas a esta necesidad (coincidencia horario, espacios, etc.)

  • Interacciones entre los diversos componentes de la comunidad educativa

Las interrelaciones que  se crean en los centros afectan a todos los colectivos implicados en él.

Partiendo de que no es sólo el profesor o profesora quien provoca una mala o buena relación, cuando ésta se produce debemos intentar conseguir y promover que el profesorado reflexione sobre las “malas relaciones” que tiene con determinado alumno o alumna para buscar soluciones sin o con ayuda. Igualmente que indague sobre las causas que pueden hacer que con determinado curso nuestra relación es negativa hasta el punto de sentirse mal al entrar cada día en clase. Sólo el hecho de “repensar” sobre dichas situaciones nos puede ayudar a objetivar la situación en parte y por tanto mejorarla (desdramatizarla al menos) y hacernos sentir mejor y provocar como consecuencia una mejora en ellas.

Un principio a seguir en este terreno, es lograr el mayor contacto e interrelación con el alumnado, teniendo suficiente número de horas con cada grupo. Eso en Secundaria se traduce, por ejemplo, en buscar alternativas como la impartición del currículum por ámbitos globales en vez de por áreas, al menos en los primeros cursos de la etapa.

En lo que hace referencia a la relación con las familias: habría que cuidar primero la reacción en contra de parte del profesorado respecto al acercamiento de las familias a los centros e introducir el hecho de que la relación con éstas no debe estar basada en la queja cuando existen problemas y pasar a dar verdadera importancia para el alumnado al hecho de que exista cercanía familia-centro para que éstas lo sientan como algo propio y le den la suficiente importancia haciendo como consecuencia que el mismo alunado lo vea así.

  • Estructura organizativa

Para llevar adelante un plan de convivencia se hace necesario crear una estructura vanguardista y dinamizadora. Para hacerlo se propone constituir una Comisión encargada de la convivencia como elemento central y con las siguientes características y potenciar la acción tutorial

1.- COMISIÓN DE CONVIVENCIA

a) Partir de las estructuras existentes en los centros

En todos los centros educativos existe una comisión de convivencia dependiente del Consejo Escolar que, por lo general, adquiere un papel meramente disciplinario.

Creemos que puede partirse de las estructuras actuales y a partir de ellas realizar las modificaciones que se consideren adecuadas, pues crear un marco nuevo, sin enlace con lo anterior, puede resultar más complicado.

Nuestra propuesta pasaría por ampliar su papel y convertirla en el núcleo capaz de desarrollar un Plan de Convivencia completo. Sería la encargada de dinamizar, realizar propuestas, evaluar, coordinar… aquellas actividades, que desde distintos puntos del centro se puedan llevar a cabo, dándolas una coherencia y un sentido global.

b) Composición de la comisión de convivencia

Esta Comisión debería estar constituida por miembros del Consejo Escolar y por aquellos departamentos, grupos, personas o actividades que tengan un marco transversal de funcionamiento: representantes de clase, tutores/as, departamento de extraescolares, departamento de orientación…

- Equipo Directivo, como miembros del Centro equiparados al resto de los colectivos, favorecedores del desarrollo de los Planes. (hay quien opina  que el equipo directivo debería de estar desligado de esta comisión  pues se le tiene de referente para cuestiones disciplinarias, otros opinan por el contrario que debe estar ahí , pues  es positivo que tenga un conocimiento directo de la marcha del plan).

- El personal no docente no debe quedarse fuera de la Comisión.

- Diferenciar la comisión encargada de sancionar de la de convivencia

- Alumnado, que podrían ser los delegados /as de cada clase.

- Profesorado

Dentro de ella debería haber un  mediador o grupo de mediadores que interviniera en caso de conflictos.

Esta comisión debería tener una periodicidad y dentro de una banda horaria que permitiera acudir al conjunto de personas implicadas.

c) Funciones de la Comisión de Convivencia

Esta comisión debería suponer un  “órgano” o núcleo del centro diferente a la comisión dependiente del Consejo Escolar encargada de sancionar. A partir de ella deberían darse iniciativa en los centros que crearan una buena convivencia, debería ejercer una labor de mediación, etc.

De una forma esencial esta comisión de convivencia sería la encargada de dinamizar el Plan de Convivencia, a través de las tutorías y de cualquier otro ámbito ( para ello debería disponer de la infraestructura, horarios, de recursos suficientes…)

2.- LA ACCIÓN TUTORIAL

La importancia que le demos a este elemento reflejará el interés que la convivencia tiene en los centros educativos. Cuando se encarga la tutoría a las personas que menos tiempo llevan en el centro o cuando se sitúan estratégicamente al final de la mañana las sesiones con los grupos, mostramos un desinterés o un desconocimiento del papel que juegan.

La acción tutorial debe ser abierta en el sentido de incluir en ella los temas que se vean necesarios, sin restricciones y también en el sentido de poder utilizar para la misma todos los recursos posibles (horarios, humanos, etc.)

Los centros han de buscar estrategias que valoricen las tutorías, como por ejemplo:

- escoger a las personas más adecuadas (dinamizadoras, saber escuchar, etc.)

- primar la tutoría sobre otras actividades, con contraprestaciones del tipo: anular guardias y bibliotecas, etc.)

- darle potestad para ejercer la tutoría adecuadamente (convocatoria de reuniones, mediación en los conflictos…)

La comisión de convivencia antes propuesta, debería establecer una relación concreta y fluida con el trabajo de tutorías. En concreto podría proponer actividades a llevar a cabo a partir del plan de convivencia existente. Estas propuestas serían llevadas a las tutorías como un lugar fundamental en este terreno, donde serían valoradas, discutidas o se harían propuestas nuevas, en definitiva se trataría de hacerlas suyas. Como es lógico este camino sería de “ida y vuelta” y en cualquier momento en las tutorías se podrían hacer propuestas a la comisión para que pudieran ser asumidas por toda la comunidad si así se creyera conveniente.

  • Estrategias

No nos debemos quedar sólo en formulaciones teóricas y plantearnos cómo, de qué forma, avanzamos en una línea de actuación de este tipo. Partiendo siempre de que cada centro, cada comunidad educativa y cada equipo de profesorado debe marcar sus propias estrategias, podemos citar algunos elementos que podrían servir como ejemplo:

a.- La actuación en materia de convivencia (como en otras) debe ser reconocida e ir avalada por la Comunidad Educativa.

b.- Intervenir poniendo en marcha formas de relación  positivas en el mismo profesorado, lo que  representa el avance hacia una actuación como equipo (consenso, coordinación, etc.)

c.- Tratar de que existan modelos alternativos en los centros que hagan ver la posibilidad de llevar a la práctica planteamientos como el que aquí se defiende. Para parte del profesorado la inseguridad, y no el rechazo, a la hora de llevarlos a la práctica, puede hacer que se decida por opciones mucho más conservadoras y académicas.

d.- El tema de convivencia debe llevarse a las reuniones habituales del profesorado como un elemento de trabajo habitual, hacer que sea un tema de todo el equipo docente.

e.- Potenciar las relaciones entre los diferentes colectivos que conviven en un centro educativo, más allá del aula. A veces las relaciones que percibimos o que se dan en los centros, suelen tener un perfil estanco. Es habitual, por ejemplo, que se hable de la convivencia de grupos-aula. Sin embargo, se ofrecen menos experiencias que impliquen a un nivel e incluso a un ciclo, y son contadas las que hablan de centro.

f.- Tratar de cubrir la necesidad de formación del profesorado en técnicas que sirvieran para que “se sintiera bien y favoreciera una  buena convivencia” y técnicas dirigidas a lograr en el alumnado “una mejor comunicación entre ellos/as y mejor convivencia del grupo”.

g.- La formación y el perfil del profesorado debe ir dirigido a dar una educación integral y, por tanto, deben incorporar las ideas que conforman una educación básica, entre las que se encuentran la madurez en las relaciones, el desarrollo emocional, la forma de resolución de conflictos, el aprendizaje a partir de ellos, etc.

3.- La coordinación del profesorado en la convivencia

Ya vimos en al apartado de aula que era importante para el desarrollo de un clima de participación, el que exista un buen nivel de coordinación dentro del equipo docente.

Tal y como allí se dice, a nivel de centro esa coordinación debe huir de la uniformización mimética y mecánica. En este caso especialmente (además de por los estilos personales) porque no estaríamos teniendo en cuenta la diversidad que tenemos en cada aula. Si se aplica en todas las aulas de forma mecánica o mimética, en realidad se puede estar coartando la creatividad y la adaptación al grupo a diferentes contextos.  También en este caso esto lleva a la necesidad de determinar qué es lo básico  en el centro y con el alumnado que tenemos y hacerlo coordinadamente .

Llegar a acuerdos en la actuación no es algo que pueda producirse sin el establecimiento de tiempo para el debate del equipo docente, por todo el profesorado implicado, de la problemática que se vive en los grupos-clase. Esto se hace más necesario de revisar en etapas como la Secundaria, en la que  las reuniones de evaluación (trimestral) son los únicos espacios en donde (a veces) se habla de estos temas. Aun así, tampoco en el caso de la Primaria e Infantil, en que puede haber alguna ocasión más, se tratan aspectos de relación y convivencia muchas veces como tema de trabajo.

Avanzar hacia la coordinación en un centro no resulta a veces una tarea fácil. Conviene marcarse algunas estrategias que lo hagan más “asequible” y como paso para mayores grados de coordinación real. Estaríamos hablando desde un intercambio de lo que hace el profesorado en el aula, hasta potenciar una mayor coordinación entre etapas.


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