Educar para la Justicia Social – Mª Ángeles Llorente

Mª Ángeles Llorente. Federació de MRPs del País Valenià

Ponencia que presentó la autora en Brasil, en el Foro Mundial de Educación, el mes de enero de 2012.

“Sin renunciar a seguir peleando para que la escolarización primaria se universalice, hemos de reconocer que la expansión educativa no va acompañada de una reducción significativa de las desigualdades sociales.”


Introducción

Aunque las cifras de escolarización han aumentado en todo el Planeta y al parecer casi ningún país tiene hoy menos estructuras educativas de las que tenía hace unos años, todavía queda un trecho muy largo para que la universalización de la educación básica sea un hecho. Va a ser muy difícil que éste objetivo se consiga en el año 2015, fecha fijada en el año 2000 por las Naciones Unidas en los denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Según el Informe “La Historia del Futuro” Save the Children , 77 millones de niños/as continúan sin escolarizar (En 2015 se calcula que serán 33 millones). El Informe valora que para alcanzar la escolarización primaria universal serían necesarios 9.000 millones de dólares anuales, cifra similar al gasto en helados de los europeos o al gasto militar mundial de tres días. Más de la mitad de los niños/as sin escolarizar viven en Estados afectados por conflictos armados y reciben tan sólo el 23% de la ayuda mundial. Mientras el gasto medio en educación primaria en Europa Occidental es de 5.320 dólares por niño/a, en países como Eritrea o Burundi es de 18 y 11 dólares respectivamente.

Sin renunciar a seguir peleando para que la escolarización primaria se universalice, hemos de reconocer que la expansión educativa no va acompañada de una reducción significativa de las desigualdades sociales. El alumnado que procede de niveles socioculturales muy bajos, se escolariza intermitentemente y abandona prematuramente. La cultura escolar hegemónica al servicio del mercado, dictada por los poderes económicos internacionales, con procesos de evaluación fuertemente selectivos, excluye a los niños/as de los sistemas educativos antes de comenzar la secundaria. Y por si eso fuera poco los culpabiliza individualmente de esa exclusión aludiendo a la falta de esfuerzo, a la indisciplina o a la falta de capacidades para comprender una cultura escolar fuertemente academicista , rutinaria y normativa que poco o nada tiene que ver con su realidad cotidiana. Se constata así que los sistemas educativos son instrumentos de reproducción de las desigualdades sociales que crea el capitalismo. Mediante el falso discurso de la igualdad de oportunidades, intentan legitimar las crecientes desigualdades e injusticias.
Por eso somos cada vez más las que decimos que además de la urgencia de garantizar el acceso de todas las personas a la educación, es necesario también trabajar por otra educación, al servicio de las personas y no del mercado. Que necesitamos definir un nuevo proyecto pedagógico político o político pedagógico al servicio de las personas y del bien común. Para ello hemos de trabajar en la construcción de un movimiento verdaderamente emancipador que vaya mucho más lejos que la utopía conservadora de humanizar el capitalismo o administrar sus crisis. (Foro Mundial Porto Alegre 2003).

Necesitamos renovar el discurso y renovar la práctica. Para ello nada más útil que pensar en términos de Renovación Pedagógica.

En primer lugar saber qué es lo que queremos cambiar, en lo micro o en lo macro, en mi aula o en el Sistema: a qué nos enfrentamos . Hagamos proyectos de acción que nos permitan analizar críticamente la realidad .

En segundo lugar: en qué dirección queremos ir, con que futuros soñamos.

Y en tercer lugar ver con que aliados y estrategias contamos: Poner en valor la herencia de las pedagogías críticas y renovadoras. Rescatar prácticas pedagógicas de Freinet, Freire, Ferrer i Guardía, etc…Contar con las fuerzas que tenemos. Fortalecer alianzas y generar nuevas alianzas.

Con todo ello, generar proyectos de intervención, para las aulas , para los centros, para luchar en el sindicato, en el partido, en el MRP , en ayuntamientos o asociaciones, o en cualquier otro ámbito de participación ciudadana.

1. ¿A qué nos enfrentamos? ¿Qué queremos cambiar?

En lo político social queremos combatir el neoliberalismo que no es más que capitalismo extremo. Queremos combatir el poder absoluto de los mercados que devalúa y degrada la democracia y que intenta acabar (con estrategias de cooptación, compra y desprestigio) con todos los sistemas tradicionales de representación: partidos, sindicatos, movimientos sociales, etc, produciendo el desarme conceptual e ideológico de las personas, creando sentimientos de impotencia, sumisión y reclusión en lo privado que les impiden rebelarse y luchar por un modelo alternativo.

Nos enfrentamos y queremos acabar con la Fragmentación social y la desigualdad extrema, con el Individualismo que lleva a la fragilidad del yo y la no socialización de los problemas, con la devaluación de los puestos de trabajo, con el consumismo salvaje y el ocio programado. Queremos acabar con el control de los medios de comunicación por los grandes capitales financieros, con la banalización de los problemas mundiales con las miradas superficiales y acríticas sobre la realidad Queremos acabar con la inevitabilidad, el determinismo y la impotencia.
En los Sistemas Educativos nos encontramos con la privatización y mercantilización de la educación a escala planetaria y en todos sus ámbitos: Privatización de los centros escolares, aumentando los conciertos y regalando suelo público para centros privados, recortando recursos y personal en los centros públicos, privatizando todos los ámbitos de gestión y dirección, privatizando la organización escolar, la profesión docente, la formación, privatizando el currículum.

En suma convirtiendo la educación en un negocio de inmensas proporciones al servicio de las grandes multinacionales que venden paquetes formativos de ínfima calidad engañando a los “clientes” que los compran por títulos completamente devaluados que para nada valen luego en un mercado laboral cada vez más desregulado y precario. Así el lenguaje de la empresa va calando en el mundo educativo en el que conceptos como competitividad , productividad y eficiencia van ganando terreno frente a la cooperación, el desarrollo armonioso de la personalidad o la consecución de una sociedad más justa.

En el aula tenemos que acabar con el determinismo de los programas oficiales (nadie se escapa, hasta los que utilizan metodologías de proyectos u otras estrategias metodológicas pierden horas y horas asegurándose de que se ajustan a lo oficial) con la rigidez de espacios y tiempos (Rigidez en las estructuras físicas y temporales. Agrupamientos, distribución de y en las aulas, cursos por edades, horarios parcelados, sin sentido, calendario en base a la religión católica…, las prisas), con la excesiva especialización e individualización del profesorado en la Educación Obligatoria, con el mal uso de os materiales curriculares, con la evaluación castradora que sustituye el interés por aprender por el interés por aprobar, inculca valores de obediencia ciega y sumisión, merma la autoestima y conduce al fracaso y al abandono de unos/as y a la sobre valoración de otros/as. Hay que cuestionar las malas prácticas profesionales y avanzar en el compromiso docente desde la coordinación y formación permanente vinculada a la práctica y en el centro de trabajo.

2. ¿Hacia dónde queremos ir?: Futuro, esperanza, utopía.

Nosotras queremos educar a las personas para transformar el mundo, con energía, con pasión, con ganas. Queremos personas formadas y libres. Gentes en disposición de aprender mediante vivencias compartidas. Queremos formar una ciudadanía viva que impulse una cultura política vibrante : grupos comunitarios, bibliotecas, escuelas públicas, cooperativas, organizaciones de vecinos, asociaciones voluntarias, sindicatos. Queremos convertir los problemas privados en consideraciones públicas, detener la privatización y despolitización de la ciudadanía y la sociedad. Queremos profundizar en la democracia, posibilitando experiencias de vivencias democráticas en las aulas, en los centros, en las organizaciones , en todos los ámbitos de la vida social.

Frente a las funciones tradicionales de la escuela, económica, ideológica, de socialización y de reproducción social, apostamos por la función emancipadora de la educación que consiste en educar para la participación responsable y la crítica activa. Educar plantar cara a la injusticia, para rebelarse contra la opresión, para exigir derechos y asumir deberes. Establecer como fines educativos la FORMACIÓN INTEGRAL DE LA PERSONA : La excelencia para todas las personas en función de su propias capacidades y al servicio de su bienestar físico y mental. (No en aras de la competitividad del mercado y beneficios de las empresas) Y LA FORMACIÓN CIUDADANA COMO BIEN COMÚN: Conciencia crítica y democrática, Participación e implicación política y social y convivencia en la pluralidad cultural e ideológica.

3. Líneas de acción

A.- Para ello es fundamental revitalizar el concepto de Educación Pública y llenarlo de su sentido más radical:

La Educación Pública es la de todos y todas.

Es completamente gratuita y acoge a toda la población sea cuál sea su origen y condición.

La Enseñanza Pública es democrática. Por tanto su titularidad, su organización y su gestión han de ser públicas con participación de toda la C. Educativa.

La Enseñanza Pública es plural ideológica y culturalmente en ella caben todas las ideologías. Es por definición laica y en ella se propugnan valores universales.

La Enseñanza Pública educa para la convivencia desde la aceptación de las diferencias y la solidaridad con los sectores más desfavorecidos.

La Enseñanza Pública es investigadora y crítica. Fomenta el espíritu crítico y el pensamiento divergente.

B.- Superar el concepto de igualdad de oportunidades. Defender y trabajar no sólo por la igualdad de acceso, sino por la igualdad de éxito. Y que no nos confundan, con falsos planteamientos y lenguajes. Digamos alto y claro que la diversidad es inherente a la vida, mientras que la desigualdad es una injusticia social y como tal hay que combatirla. Digamos también que la tarea de la educación no es reflejar las diversas condiciones de los que están implicados en ella, sino ponerlas en perspectiva. El problema para las escuelas no es ser más “variadas” o producir más diversidad, sino ser capaces de responder a la diversidad y reconciliarla con lo común, como muy bien apunta el sociólogo Manuel Delgado. No dejemos que la diversidad derive en desigualdades.

C.-Por un curriculum contra hegemónico.
Educar para la justicia social implica combatir los modernos diseños curriculares orientados a la selección de los mejores y a la obtención de mano de obra flexible, barata y fácilmente manipulable, sin formación, ni criterio.

El excesivo número de asignaturas, la extensión de los programas, la escasez de tiempo, la dictadura de los libros de texto, consolidan en muchas aulas y centros educativos una secuencia fatídica que impide un aprendizaje auténtico: explicado, memorizado mecánicamente, examinado, olvidado. Los programas se pierden en abstracciones que poco tienen que ver con la realidad y que en nada educan para una sociedad más justa. No hay ninguna relación entre lo que pasa en la escuela y lo que se vive en la calle y el alumnado no percibe que lo que está aprendiendo sirva para algo más que para aprobar.

Los diseños curriculares, elaborados por técnicos y expertos que jamás pisaron una escuela, son en su mayoría cerrados, rígidos, inflexibles y poco versátiles. Esto unido a la ausencia en los mismos de la cultura y problemas de grupos marginados, minorías étnicas, inmigrantes, ausencia de los problemas vitales de las clases sociales más desfavorecidas a las que pertenecen muchos alumnos y de las necesidades y problemas de aprendizaje del alumnado con NEE, impide de facto que los Sistemas Educativos cumplan con objetivo de garantizar la igualdad de oportunidades para todos y todas, y por el contrario se conviertan en un mecanismo seleccionador que perpetua la desigualdad social.

Hay que trabajar en un currículum contra-hegemónico, que revise desde el principio todo el proceso: quién debe decidir cuáles son los conocimientos relevantes , como vamos a organizar los espacios y los tiempos escolares y por qué de esta manera y no otra explicitando los intereses que subyacen a esa decisión. Los derechos humanos deben estar en la base de un currículo para la igualdad . La escuela no puede tratar valores en la escuela sin cuestionar el orden social vigente, sin denunciar los abusos de un capitalismo devastador y salvaje.

Nuestra acción educativa sólo será transformadora si sale, si traspasa las paredes y los muros de la escuela y tiene alguna incidencia en la vida cotidiana del barrio, pueblo o ciudad en la que la escuela está inmersa . Necesitamos convertir las escuelas, institutos, universidades y todos los demás ámbitos de educación formal y no formal en agentes públicos , que actúen sobre las políticas locales , que tengan incidencia en la vida de sus comunidades.

La justicia social, la convivencia y la paz; el medio ambiente, consumo y sostenibilidad; la educación para la salud (física y mental); la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a la identidad sexual, la lucha contra la discriminación, deben estar en la base de un currículo al servicio de la emancipación de las personas. Visibilizar las culturas silenciadas y subculturas olvidadas en el currículum: desde la vejez a las mujeres; desde el mundo rural a los y las pobres; desde las minorías culturales a los gays y lesbianas o transexuales, etc., es una tarea esencial.

Construyamos un currículo democrático para todos y todas, sometido a control público, un currículo común, abierto y flexible, basado en el éxito y no en el fracaso, en la cooperación y no en la competitividad, coherente y útil, sistemático y reflexivo, ético e inclusivo, práctico y realizable. Un currículo al servicio de la transformación social que conecte la cultura académica con la vida real. Hagamos una selección de contenidos centrada en las necesidades del alumnado, que atienda a su diversidad real y que se refiera a los diferentes ámbitos de la realidad que nos afectan: el ámbito personal, el ámbito físico, natural y tecnológico, el ámbito social y el ámbito lingüístico simbólico que permite reconstruir los otros, con el objetivo de potenciar la formación integral de la persona, desarrollando las capacidades que le permitirán intervenir en el mundo para transformarlo.
Seamos valientes, transformemos también los espacios y tiempos escolares para abordar el currículo de una manera más motivadora y más racional, favoreciendo metodologías activas en las que el alumnado sea el protagonista del hecho educativo y que permitan la utilización de materiales curriculares diversos con un aprovechamiento óptimo.

Apostemos por una práctica evaluadora que sea formativa, orientadora, continua, global, adaptada a la diversidad del alumnado, recíproca, integral, y fruto de un proceso colegiado. La evaluación entendida como un instrumento que permita diagnosticar para buscar nuevas estrategias que puedan ayudar tanto al profesorado como al alumnado y sus familias. Una buena evaluación ha de describir e interpretar, más que medir o clasificar. Debe ser un detector instantáneo del proceso educativo permitiendo al profesorado, al alumnado y a los responsables de la administración, ser conscientes de la situación en cada momento. Una evaluación que debe valorar también la organización de la clase, la metodología, los materiales curriculares, las actitudes del profesorado y todos aquellos elementos que inciden de una u otra manera en el proceso educativo, para mejorarlos.

Y seamos más valientes todavía posibilitando la participación de toda la C. Educativa, familias, alumnado y profesorado en el diseño de este nuevo currículo promoviendo actividades de investigación acción que permitan ir avanzando en su aplicación, favoreciendo al mismo tiempo el intercambio de estas investigaciones y experiencias.

Sin docentes comprometidos no habrá educación emancipadora.

Los niños y las niñas aprenden de los que hacemos y no de lo que decimos. Así que si queremos educar para la emancipación y la libertad, habremos de ser libres, empoderarnos y como maestros y maestras que somos, recuperar la voz y la palabra, acalladas por esa multitud de expertos tecnócratas que bien pagados por gobernantes, comprados por los mercados, nos la tienen secuestrada. Decidamos con nuestro alumnado y con sus familias que queremos enseñar, qué queremos aprender y cómo queremos hacerlo. Busquemos nuestros propios materiales y recursos en la calle, en la historia, en la vida. Cuestionemos los modelos oficiales y opongámonos a ello. Reivindiquemos y luchemos sin tregua por una educación transformadora para todas las personas. La emancipación de la persona es el único camino hacia la transformación social.

Y aunque no cambiemos el mundo, habremos llenado de sentido nuestra vida. Es un placer para mí compartir espacios de reflexión con personas como ustedes, con personas que no se conforman con resistir sino que permanentemente buscan y abren nuevos caminos. Y como cantaba mi compatriota Labordeta: “Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad. También será posible que esa hermosa mañana ni tu, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver, pero habrá que empujarla para que pueda ser. Ánimo y adelante compañeros y compañeras. El futuro será mejor o no será. Salud.

Ponencia presentada en el Foro Mundial de Educación. Porto Alegre 2012.