Índice del documento Convivencia y conflicto en un centro educativo


Conflicto y convivencia en un centro educativo
Concejo Educativo de Castilla y León - Junio 2001

Apartado IV
Aula democrática. Pautas de actuación.

 

Debemos mantener un equilibrio entre los principios filosóficos y educativos que propugnamos y  la práctica. El activismo no reflexivo lleva a desorientar la actuación, o quedarnos en una formulación teórica carecer de repercusión en la realidad.

El aula, así, hay que entenderla como un espacio de aplicación de los principios más generales sobre conflicto – convivencia: enseñar a dialogar, confrontar, razonar, tener competencia social, autoestima, autorregulación, manejar y debatir códigos morales, participar (más allá de colaborar) y autoevaluar, utilizar formas de trabajo cooperativo (como proyectos u otros), participar fuera de la escuela como actividad social… Todos estos aspectos se encuadrarían dentro del enfoque preventivo del conflicto y favorecedor de un clima de convivencia positivo.

1.- Analizar la situación

Para actuar correctamente debemos tener en cuenta las condiciones en que se va a desarrollar la propuesta de actuación renovadora que pretendamos llevar a cabo.

En general podemos decir que:

- dispondremos de grupos heterogéneos, basados en parte en la voluntariedad y en parte forzados (en especial cuando avanzamos en las etapas educativas). En ellos vamos a encontrar alumnado desmotivado, con dificultades de aprendizaje y alumnado de integración o con autoestima baja, junto con otras tipologías diferentes.

- el trabajo que desde fuera se exige en las aulas (más cuanto mayor es la edad) hace que éstas sean lugares donde los contenidos son lo principal del currículum, donde la participación está muy poco reglada y es muy difusa, donde las obligaciones están poco diferenciadas y especificadas.

- desconocemos las diferentes relaciones que se establecen dentro de ella y qué elementos o preocupaciones parece importante reseñar para lograr que avancen hacia un modelo de aula democrática como el que pretendemos.

2.- Incidir en el clima de aula.

El ambiente que creemos en el aula va a ser el que genere la aparición o no de determinados conflictos (a veces inevitables) pero, sobre todo, va a ser determinante de que las formas de solución sean unas u otras.

      Podríamos decir que hay tres tipos de ambientes creados dentro de un aula:

-                   Individualista

-                   Competitivo

-                   Cooperativo

Evidentemente el tercero será el que pueda originar mejores vías de resolución de los conflictos y también de un mayor aprendizaje a partir de ellos.

Disponer de un ambiente de confianza en el que se valore lo positivo, va a ayudar a crear un clima de mayor cooperación y por tanto de mejor aprendizaje.

En el estudio del clima generado en un aula formarán parte esencial la forma de relaciones que en ella se establecen. Para ello habrá que referirse tanto a las del profesorado con el alumnado coma las de éste entre sí (entre iguales) e incluso a la que establece el profesorado entre sí también

2.a.- Las relaciones alumnado-profesorado

Un apartado fundamental en el logro de diferentes climas de convivencia es el desarrollo de modelos de relación dentro del aula que potencien los fines que deseamos. Dentro de ellas se encuentran las del profesorado con el alumnado.

Un aula democrática como la que proponemos exige unas dinámica de relación entre profesorado y alumnado basadas en la negociación y el posible consenso para caminar hacia una participación real.

Los términos negociación y consenso no son algo hueco. Por el contrario son elementos difíciles de llevar a cabo y exigen un esfuerzo tanto en el aprendizaje de determinadas habilidades (argumentación, empatía, etc.) como en asegurar que existe intención de hacerlo por parte del profesorado y que las actitudes entre ambos sean abiertas. Qué aspectos consensuar y negociar y qué dinámicas seguir, se convierten en un paso necesario. Su concreción será diferente dependiendo de la edad del alumnado con el que estemos trabajando. Por ejemplo, en Educación Infantil es difícil basarse en el “autofuncionamiento”, el diálogo o la organización entre iguales, sin intervención directa del profesor o profesora. En la adolescencia, en cambio, el alumnado dispone, o debiera disponer, de una autonomía personal en ámbitos ajenos al educativo. Por contraposición pasa por una etapa de transición en la que se entremezcla su obligación individual, de grupo, familiar…. En este periodo se dan situaciones de mayor tensión, donde se produce confusión entre confianza y falta de respeto, sobre todo entre iguales.

Dichas características nos debieran permitir, si se ha ido trabajando este tipo de habilidad en todas las etapas, un desarrollo individual y colectivo bastante autónomo, y un elevado grado de autorregulación del comportamiento (también individual y colectivo).

Pautas de actuación

 La relación que el profesorado crea con el grupo – clase se sustenta, entre otros en dos aspectos:

a)       Atender (y enseñar a que se atienda) la diversidad de personas y situaciones:

Algunas  pautas concretas que lleven este propósito a la practica sería del tipo:

 

- Cuidar los roles en el aula y preservar problemas que puedan surgir a partir de ellos: control de quien toma la palabra habitualmente, de la ocupación de espacios, etc.

- Respetar en  las aulas el derecho de las niñas a ser “nombradas”. Buscar el “sujeto ausente”:  la mujer.

- Trabajar la empatía y los sentimientos.

- Detectar capacidades y habilidades.

-Trabajar la autoobservación (de ellos mismos y del profesorado) y la observación de otros.

Etc.

b)                 Perseguir la autonomía individual y organización del grupo

Ahora alguna forma de proceder podría ser del tipo:

- Establecimiento de  asambleas periódicas con el alumnado.

- Reparto de funciones y asunción de responsabilidades en el aula.

- Diseñar actividades de diferentes tipos: comunes, rotativas, de cooperación, que sean variadas para que pueda optar.

- Establecer procesos de “negociación” con el colectivo.

- Utilizar variedad en la forma de agrupar al alumnado.

   Etc

2.b.- El trato entre iguales

Ya hemos visto, al definir los principios, que la relación entre iguales en un aula es un elemento importante a tener en cuenta tanto para conseguir un buen clima de convivencia como en el mismo aprendizaje.

A partir del análisis de la situación de nuestro grupo- clase, podremos generar el tipo de convivencia que deseamos en base a la organización de las actividades de determinada forma. Algunas pautas concretas que podrían ayudar a potenciar la relación y el aprendizaje entre iguales son:

-          Una metodología participativa, en la que el alumnado sea protagonista

-          Agrupación y situación en el aula sobre la base de unos criterios y en función de tareas concretas a realizar. No hacerlo, por el contrario de una forma estanca e inamovible de manera que impida la relación y formación de grupo. Por la misma razón variar y ajustar  el número de componentes a la tarea.

-          Crear el hábito de oír y recoger todas las opiniones para tenerlas en cuenta.

-          Reparto de tareas que compense posibles desigualdades. Por ejemplo realización de  las tareas más valoradas por quienes están  menos valorados.

-          Desarrollar siempre, al menos, dos posibles soluciones. De esta forma se evita la uniformización de la opinión y se favorece la argumentación e interacción entre el alumnado.

2.c.- Las relaciones entre el profesorado

Desarrollar una convivencia adecuada en las aulas, precisa que exista un buen nivel de coordinación entre el equipo docente.

Esta deberá establecerse sobre lo esencial. Llevar una actuación coherente y marcada por la misma línea de trabajo no quiere decir que deba aplicarse todo de forma exacta y mecánica pues, depende de cada profesor/a, situación, etc.. No hacerlo así limitaría las “variaciones” posibles sobre los mismos objetivos. A la larga, lo anterior supondría una menor riqueza y aprendizaje para el alumnado y una menor creatividad del profesorado.

Seguir esta línea de coordinación conlleva la necesidad de determinar cuales son los objetivos básicos a conseguir con ese grupo-clase y diferenciar el espíritu o intención de la realización concreta que se propone.

Un área de coordinación imprescindible para la convivencia es el consenso de las normas entre el equipo docente y el alumnado. Deberíamos llegar a establecer unas normas mínimas que sean consensuadas, que partan del alumnado como necesidad y, que tanto el profesorado de ese grupo, como las familias, tengan siempre presentes. La disciplina y la sanción pasarían a ser una forma de preservar lo acordado. 

Una orientación coherente del equipo de profesorado supone:

a) Una mayor incidencia en el alumnado, de manera que interiorice y pueda producir la transferencia a otras situaciones. Esto no podría darse si cada profesor o profesora instaura un modelo opuesto de actuación.

b) Una intervención coordinada trasmite la idea de colectivo, que es lo que queremos enseñar y, por tanto, resultaría incoherente no hacerlo así.

c) Se da más importancia al hecho de “LLEGAR A ACUERDOS”, con el aprendizaje que esto supone.

 

La no existencia de tradición de trabajo en equipo hace que debamos marcarnos estrategias que eviten recelos y nos ayuden a dar pasos en esta dirección. Algunos ejemplos podrían ser:

-          Que surjan formas alternativas de llevar a cabo  la intencionalidad explicitada

-          Revisar las propuestas y compartir la forma en que hemos actuado.

-          Crear un instrumento común concreto. Por ejemplo un banco de datos común de información general (profesorado, alumnado…), un diario, etc

-          Etc.

3.- El trabajo docente y la convivencia en el aula

Cuando hablamos de aula, estamos incluyendo todo lo que ella ocurre y en ella se proyecta y no sólo la transmisión del contenido sin más, como por ejemplo, la  reorganización del espacio y el tiempo, las agrupaciones posibles, los tipos de actividades, los sistemas de evaluación, etc.

Establecer una serie de preocupaciones en el ámbito de desarrollo del currículum nos permite delimitar los campos en que debemos hacer explícita nuestra intención y forma de actuar y por tanto representa ya un avance.

Propuestas de actuación

Los ámbitos en que podemos marcar nuestra actuación, a la hora de tener en cuenta la relación entre ésta, currículum y  clima de convivencia que se genera, son:

      A) Las estrategias “metodológicas” para tener en cuenta a todo el alumnado en el aula, como por ejemplo:

* Aprovechar lo que saben hacer mejor (en vez de insistir en lo que fallan como se hace habitualmente) de forma que les permita engancharse a lo que no manejan  o les es muy difícil. En este sentido debemos detectar en el alumnado cuáles son las habilidades concretas que poseen para utilizarlas como punto de partida: redactar mejor, controlar los medios informáticos, tener mayor capacidad para memorizar, etc., procurando no limitarnos a las que habitualmente son más escolares (leer y escribir). Estas habilidades también podrían ser utilizadas como una aportación al colectivo.

* Elección por parte del alumnado de algunos de los aspectos relacionados con el currículum que se vea posible: orden en el contenido, aplicación de éste a un ámbito concreto, desarrollo de alguna actividad,  forma de trabajarlo en el aula...

      B) Trabajo cooperativo.

Resulta importante llegar a un trabajo realmente cooperativo en el aula, a que no se despreocupen de los demás, a que se responsabilicen de lo suyo y de lo de todos también.

Para lograrlo debemos prever las dificultades con que nos vamos a encontrar, como la existencia de una despreocupación por el impacto de nuestra conducta en los demás, o el hecho de que suela descuidarse la dinámica de grupo y trasladarse en ella  los mismos roles y conflictos que en otra forma de trabajo.

La acción cooperativa  conlleva la realización de proyectos complejos, es decir,  la puesta en práctica de forma colectiva de un trabajo común, con una intención determinada, que se plasma  en una realización final tangible.

Esta trabajo cooperativo abarca, además, el diálogo para llegar a acuerdos, el cumplimiento de éstos y  la planificación-realización-evaluación de esos proyectos de trabajo, que deben implicar a cada alumno y alumna en la medida de sus posibilidades.

Por otro lado, existen dinámicas de cooperación “predefinidas”, a las que podemos acudir y que nos permiten llevar lo anterior a la práctica y no dejarlo en meras ideas teóricas. Por ejemplo: tutoría entre iguales, enseñanza monitorizada, trabajo “colaborativo” o trabajo cooperativo.

C) Contenidos:

Si queremos tener en cuenta a todo el alumnado, como forma de mejorar la convivencia, habrá que plantearse dudas en todos los aspectos que conlleva la selección y aplicación del contenido.

Por ejemplo, debemos preguntarnos qué tipo de contenidos se deben seleccionar para que participen o se sientan integradas todas las personas; también cómo tratar los contenidos teniendo en cuenta la situación de cada alumno o alumna, o cómo plantearlos para que se encuentren a gusto.

En la selección, especialmente si queremos relacionarlos con el clima del aula y la consecución de un buen nivel de convivencia, la última pregunta de las anteriores resulta importante. Darle respuesta nos lleva a incluir lo que podríamos llamar “contenidos alternativos” como pueden ser la empatía y los sentimientos. También resulta fundamental que en la selección de los contenidos se sientan “nombrados” todos los sectores de población, especialmente aquellos que prácticamente no aparecen, como por ejemplo, la mujer.

D) Valores

Es éste un aspecto que aunque se encuentra incluido en el apartado de contenidos, debiera ser un elemento a tener en cuenta especialmente, como  horizonte hacia el que ir en cualquier actividad de aula que pongamos en marcha; es decir, se trata de formular valores con perspectiva de llevarlos a cabo y no  quedarse en una simple formulación de los mismos. Son suficientemente amplios los que la LOGSE  nombra en su artículo 1 (tolerancia, paz...)

E) Evaluación:

En la concreción de la actividad docente con respecto a la convivencia en el aula, habrá que revisar también el sentido que le damos a la evaluación y las sensaciones de rechazo-integración que puede crear en el alumnado.

F) Participación y currículo

Entraría en este ámbito de preocupación todos los  aspectos de desarrollo curricular del aula referidos a la forma de intervenir y tener en cuenta los intereses del alumnado. Para llegar a su concreción nos podemos plantear interrogantes más o menos generales como:

-¿Cómo pueden hacer valer sus intereses como alumnado?.

-¿Cómo evitar el “efecto profesorado” para que se vea que es un espacio compartido?

- En la evaluación: ¿el alumnado sabe lo que se le pide? ¿qué se espera de él? ¿cómo pueden intervenir en criterios de evaluación y en su control?.

- Respecto a la metodología: ¿cómo hacer que las propuestas de trabajo las hagan suyas?

- Tal y como decíamos en el punto anterior, ¿qué contenidos seleccionar para favorecer la integración y la participación?.

4.- Instrumentos de actuación

4.a.- Las normas como instrumento

 Para qué las normas:

Seguir una línea de “negociación” con el alumnado ya se ha comentado que es a la vez una forma de aprendizaje y una manera de preservar un buen clima de aula y de convivencia.

Hemos mencionado varias temáticas a consensuar y negociar con el alumnado o en las que éste pudiera intervenir, y que habría que desarrollar. Así, por ejemplo, desarrollo de alguna actividad,  forma de trabajarlo en el aula...En cualquier caso las normas son el aspecto que más claramente se ve necesario negociar, en todas las etapas, a diferentes niveles y según las posibilidades.

Con las normas podemos explicitar y concretar las relaciones del alumnado con el profesorado y la institución, pero también deberíamos incluir las relaciones entre iguales por varias razones:

- Tienden a pasar desapercibidas ese tipo de relaciones en muchos casos.

- Es una forma de aumentar la responsabilidad colectiva sobre la vida del centro que es de lo que se trata.

- Pueden y deben suponer un mayor conocimiento mutuo.

Características:

Para avanzar hacia un aula democrática el marco normativo que potenciemos podría reunir características como:

- Partir de principios de convivencia y no ser un listado de posibles sanciones.

- Tender hacia la responsabilidad colectiva y compartida evitando la huida de los conflictos. Se requiere, para conseguirlo que estén elaboradas de forma participativa (todo se construye socialmente) y negociar aquellos aspectos que sean negociables.

Cuando se habla de participativa se refiere:

Al tipo de proceso a seguir, que sean negociadas y se lleven a la práctica  (ej: respeto mutuo...), aunque  nos centremos en pocas normas.

  • A que sean  aprobadas por  todo el alumnado y el profesorado del curso y en lo posible con la implicación e  intervención de las familias.

  • A que sean elegidas en base a alguna razón que tenga sentido e intención. Las normas deben tener un objetivo claro y ser flexibles con las pequeñas variantes de ellas.

 

- Tener en cuenta a todo el alumnado.

- Ser una vía de resolución de los problemas que puedan surgir incluyendo los  mecanismos de resolución de conflictos necesarios.

- Poseer un lenguaje incentivador y no prohibitivo.

- Reforzar las conductas positivas.

- Referirse a cada uno de los espacios: aula, pasillos, biblioteca.

- Incluir en ellas una organización del espacio y tiempo del alumnado (parejas, grupos...), actividades, y la valoración de las mismas (aportaciones, preguntas...).

Pasos a dar:

Establecer un verdadero proceso de consenso y/o negociación con el alumnado en el que éste tenga verdadera participación pasa por ser conscientes de que nuestras intenciones: ¿es verdaderamente la llegar a un clima participativo directo?, ¿qué pretendemos con las sanciones?.

A partir de ahí deberemos reflexionar acerca de la situación de partida que tenemos:

- En el alumnado por ejemplo: edad, grado de impulsividad, de compromiso que adquiere, cómo percibe éste la necesidad de ciertas normas etc. ¿Con qué parte del alumnado podríamos contar en principio?.

- En el profesorado: actitud de diálogo que tiene, experiencia en la “negociación” ¿Con qué parte del profesorado contamos y en qué grado? etc.

- En el centro: grado de rigidez que tiene normativa del Centro y posibilidades de negociación con el alumnado que ofrece.

Saber lo anterior nos va a permitir establecer el “estilo” y número de normas que es conveniente poner en marcha. En ocasiones, por ejemplo, será preferible que sean pocas a las que se llegue y que sean trabajadas coordinadamente con sus familias para que realmente sean efectivas.

Saber de dónde partimos no resulta suficiente si no sabemos prever algunas dificultades que nos van a hacer más complicado el proceso y para las que habrá que buscar diversas estrategias:

¿Cómo atender realmente a todo el alumnado y sus situaciones?.

¿Qué haremos con aquel alumnado que decide saltarse la norma (por comportamiento, absentismo, etc.). ¿Cómo reintegrarle?.

¿Cómo mantener el diálogo permanente para potenciar las habilidades sociales?

¿Qué consecuencias supondrían un exceso de intervención? ¿y un falta de la misma?

¿Cómo romper la delegación de la autoridad para llegar a la participación de todo el alumnado? ( incluida la delegación al profesorado).

¿Cómo evitar el abuso cuando se tiene el poder de sancionar?.

¿Cómo lograr compromisos, para el alumnado, en clase y casa que sean coherentes?

¿Cómo evitar que el alumnado adquiera una posición excesivamente rígida al aplicar las normas  o excesivamente laxa?

¿Cómo Implicar a las familias?,

¿Cómo coordinarse entre etapas y/o ciclos ?).

Además de todo lo anterior habrá de establecerse una forma de revisión “continua” o periódica de forma que se vea que lo acordado se lleva a la práctica y ser consciente de los avances que el grupo realiza. Sólo así se puede caminar hacia una asunción de la cuestión disciplinaria inserta en algo más general y con responsabilidad de todo el grupo.

4.b.- La tutoría, un espacio para actuar

La acción tutorial es un instrumento de gran importancia del que disponen los centros para desarrollar la convivencia (y la figura del tutor o tutora como cargo, encargado de coordinar aquella, fundamental). Nadie duda de su importancia, de hecho cuando manifestamos que un grupo tienen un buen clima de relaciones, seguramente detrás hay un trabajo de tutoría serio y eficaz; y al contrario.

A través de ella el profesorado puede disponer de:

- dinámicas de consolidación del grupo- clase

- aportar información al profesorado, a la familias.

- tener un servicio de “escucha”.

- desarrollar dinámicas de: comunicación, intercambio y conocimiento mutuo, de habilidades sociales, de formas de reconocerse así mismos con sus emociones y comportamientos así como de expresar sus opiniones. Dinámicas que deberán estar apoyándose mutuamente con las que lleve a cabo el profesorado en el aprendizaje de sus áreas

La acción tutorial debe ser abierta en el sentido de incluir en ella los temas que se vean necesarios, sin restricciones, y también en el sentido de poder utilizar para la misma todos los recursos posibles (horarios, humanos, etc.)

Por último, desde la acción tutorial se deberían crear instrumentos concretos que ayudaran a hacer consciente al alumnado del ambiente de aula que se posee. Un ejemplo podría ser el diario del aula, en el que cada  alumno/a regularmente, observaría y registraría a partir de un guión previamente consensuado. Este diario serviría de documento para trabajar en la tutoría y a su vez para hacer propuestas a los diferentes estamentos.


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