Evaluar para aprender: manifiesto

Este documento corresponde al manifiesto elaborado por la organización del VII Encuentro de Conspiración Educativa celebrado el 10 de mayo de 2025: “¡No me toques las evaluaciones! Evaluar para aprender “. Se incluye al final documento en pdf para poder descargar

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Manifiesto

  1. Cuando escuchamos hablar de evaluación, aparece ante nosotras la imagen de un profesor o profesora que está examinando a su alumnado. Esa evaluación, que se funde con la calificación, hasta hacer imposible la distinción de ambos procesos. tiene el sentido que tiene: clasificar, calificar, descalificar, seleccionar, excluir, etiquetar, someter, domesticar… y no otro. Es una pieza que encaja en un modelo educativo instruccionista, competitivo y segregador. Tiene un efecto negativo, incluso en el más leve de los casos que pueden concebirse: si se evalúan las tareas calificando con una nota, el alumnado se fija en ella y no en las propuestas de mejora que puede indicar el profesorado.
  1. Pero, en realidad las consecuencias de este modo de evaluar van mucho más allá: se apoderan del vínculo entre la escuela y la familia (¡hay que firmar los boletines de notas o hablar tanto de las notas que saca la criatura!) y, en su forma actual, es una fuente de ansiedad para el alumnado con dificultades, e incluso para otros, que tienen poco que temer, pero no lo saben… También es una fuente de estrés y malestar para el profesorado que no les gusta dar calificaciones. Pero también es una especie de barrera de seguridad, un muro que aísla al profesorado y le protege de las múltiples incertidumbres que hay en el proceso de enseñanza y aprendizaje: las necesidades e intereses del alumnado, el lugar de las familias en la escuela y sus posibles quejas, el enfoque educativo… Mata, además, el gusto por el aprendizaje.
  1. Por eso, vamos siendo muchas las que entendemos que es imposible evaluar desde fuera los procesos de aprendizaje y desarrollo integral de los seres humanos. Hemos de pasar de una evaluación del aprendizaje a una evaluación para aprender y, aún más, a una evaluación vista como aprendizaje, sin separar las actividades de aprender y las de evaluar, pues ambas tienen la misma finalidad.
  1. Cambiar la mirada y la práctica hacia una evaluación para aprender no es fácil para nadie (profesorado, alumnado, familias). Sin embargo, tenemos que emprender ese camino, el de ser muy transparentes y compartir los objetivos de aprendizaje y los criterios para evaluar, el de cambiar la consideración de los errores del alumnado como algo no deseable a que asuman que aprendemos porque nos equivocamos y porque superamos dificultades, a ayudarles a la autorregulación de su aprendizaje y a fomentar el gusto por aprender.
  1. Avanzar hacia una evaluación comprometida con la mejora educativa y con la sociedad pasa por abandonar la visión calificadora, que etiqueta y ordena al alumnado, y caminar hacia una evaluación ética y comprometida, es decir, que cuide al alumnado, compartida con las familias, útil para el aprendizaje, que no castigue, sino que refuerce su autoconcepto, y que fomente el desarrollo integral haciendo hincapié en las dimensiones humanas, sociales y ciudadanas.

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