Algunas reflexiones sobre la respuesta de la Universidad ante la situación de emergencia COVID-19

Sara Villagrá Sobrino. Departamento de Pedagogía. Universidad de Valladolid.

Iván Jorrín Abellán. Department of Secondary and Middle Grades Education. Universidad de Kennesaw (EEUU).

” Educar en tiempo de aislamiento”-Foro de participación.
Ver toda la Sección

Entre los días 11 y 13 de marzo de 2020 se clausuraron todos los centros educativos en España a causa del decreto de estado de alarma para hacer frente a la situación de crisis sanitaria provocada por el virus Covid-19. Esta realidad afecta a casi 10 millones de estudiantes españoles y a más de 1500 millones si nos referimos a población mundial (COTEC, 2019, ver nota al pie 1). De la misma manera que otras instituciones educativas, las Universidades de nuestro país se pusieron a trabajar para tratar de dar respuesta a las necesidades emergentes que planteaba esta situación.

Entre las primeras acciones que desarrolló la CRUE (ver nota al pie 2) (Conferencia de Rectores de las Universidades españolas) en respuesta a esta crisis fue la de reunirse para analizar el impacto de la declaración del estado de alarma en las universidades. Fruto de ese primer encuentro, el 19 de marzo surgió la plataforma “@conectados. La Universidad en casa”(ver enlace nota al pie 3), un repositorio de recursos abiertos para orientar y formar al profesorado sobre métodos de enseñanza y aprendizaje en línea. A su vez, la plataforma ofrece diversos materiales de divulgación, webinars, etc, sobre distintas áreas de conocimiento y está abierta para que la comunidad universitaria pueda compartir experiencias sobre cómo llevar a cabo la transición de un modelo de enseñanza presencial a otro online.

A lo largo de estas semanas la CRUE se ha ido reuniendo varias veces por semana y ha ido publicando distintos comunicados para establecer un marco de medidas común para garantizar la igualdad de oportunidades. Algunos de los aspectos que se han aprobado hasta el momento tienen que ver con a) establecer una serie de criterios mínimos para aprobar las asignaturas., b) ampliar el plazo de presentación de trabajos de fin de grado y máster., c) considerar como superadas las prácticas extracurriculares cuando estas se hayan realizado al menos en un 50%,. d) analizar la situación del personal de las universidades y de los estudiantes en el extranjero con convenios de movilidad., e) analizar posibles mecanismos de evaluación online valorando su impacto de acuerdo con las leyes de ética y protección de datos, entre otros aspectos.

De manera paralela, las distintas universidades en cada comunidad autónoma han tratado de adaptarse a la nueva situación desarrollando una serie de medidas que pueden concretarse en los siguientes aspectos:

  • Las universidades han organizado una serie de seminarios virtuales de corta duración sobre creación multimedia (p.ej., cómo crear píldoras de aprendizaje en formato vídeo, cuestionarios en línea, gestión y uso de plataformas virtuales de aprendizaje tipo Moodle, uso de herramientas de video-conferencia, etc).
  • Han desarrollado también toda una serie de guías para saber utilizar recursos online, así como estrategias de comunicación e intercambio entre docentes y estudiantes. Por ejemplo en el caso de la Universidad de Valladolid, a lo largo de estas semanas, las guías se han ido actualizando con nuevos recursos y de manera progresiva, se ha experimentado un incremento importante en el número de acceso a los recursos, a los seminarios formativos online, así como al número de artefactos multimedia creados por el profesorado.
  • Se han puesto en marcha foros de consulta sobre docencia online para el profesorado. En algunos casos, se ha consultado al profesorado sobre sus preferencias formativas y se han compartido guías con recomendaciones generales para proporcionar apoyo a los estudiantes. En esta última línea, desde hace un par de semanas en la UVa funciona un servicio de apoyo personal y emocional dirigido por la Unidad de Atención Psicológica para el alumnado que lo requiera.

A pesar de que a lo largo de estas semanas se ha intentado ir dando una respuesta rápida a la problemática que tenemos, esta situación ha revelado algunas carencias importantes de nuestro sistema universitario, puesto que nuestras instituciones no están suficientemente preparadas, ni el profesorado suficientemente formado para hacer frente a los desafíos y al cambio de mentalidad que plantea un modelo de formación radicalmente diferente al presencial.

Un colega de un contexto educativo universitario muy diferente como es el americano el otro día compartió una reflexión sobre sus experiencias formativas en confinamiento refiriéndose a esta situación como pedagogía de la compulsión que nos obliga a emplear estrategias Kamikazes.
(enlace a Jorrín Abellán, I.(2020). Pedagogía Kamikaze de la compulsión en ver nota al pie 4) No puedo estar más de acuerdo con esta lectura de la situación. A continuación, basándome en sus ideas, trataré de resumir algunas de las implicaciones de adoptar este tipo de estrategias.

  • Pasar de un modelo de enseñanza presencial a otro online requiere de una calma que quizás en este momento no tenemos. Las universidades llevan más de una década formando al profesorado para emplear tecnologías en su docencia. Se puede decir quizás que el profesorado universitario tenemos cierta competencia en la gestión y uso de recursos tecnológicos. Hay incluso instituciones de educación superior en nuestro país que cuentan con una larga tradición de virtualización total o parcial de su docencia. Sin embargo, estos casos no son representativos de la mayoría de nuestras instituciones. Este nuevo escenario de docencia virtual, más allá de requerir que el profesorado sepa como emplear recursos digitales requiere que reciba formación y cuente con el apoyo de equipos interdisciplinares para ayudarles a crear recursos online de calidad en los que los aspectos pedagógicos y didácticos no se queden reducidos a contestar cuestionarios online o a subir apuntes digitalizados a un repositorio. No se puede pensar que impartir nuestras asignaturas presenciales por video conferencia es docencia virtual. Tampoco se debería pensar que es posible hacer esa transición en 40 días fingiendo que estamos ofreciendo una formación de calidad.
  • En general, el profesorado de todo el entramado educativo estamos sometidos a bastante presión para tratar que nuestros estudiantes no pierdan oportunidades de seguir de manera “normalizada” el curso, nos inquieta especialmente aquellos estudiantes que sabemos que carecen de recursos y medios. En diversas universidades españolas los consejos de estudiantes (ver nota al pie 5) han pedido que se tomen medidas más que razonables para que, entre otras cuestiones, los procesos de evaluación sean coherentes con la situación que tenemos, se ofrezca suficiente flexibilidad para garantizar la igualdad de oportunidades y se empleen diversas estrategias de evaluación más allá de la superación de un examen.
  • Por otra parte, el rol de docentes y estudiantes en un modelo de enseñanza-aprendizaje virtual es muy diferente. Buena parte de nuestros estudiantes no están preparados para hacer frente a un escenario educativo en el que los procesos de auto-regulación son muy importantes, como es el caso de la enseñanza virtual. De la misma manera que los docentes, nuestros estudiantes también están aprendiendo sobre la marcha a saber cómo autogestionarse en un modelo que no han pedido y para el cual nadie les ha formado. Quizás cabe pensar en los riesgos que esta situación puede tener en la matrícula universitaria de universidades públicas presenciales frente a otras universidades privadas online para los siguientes trimestres, en el caso de que esta situación se prolongue.
  • Otro de los problemas que han sido recurrentes en este periodo tienen que ver con las infraestructuras precarias que tenemos. Las universidades se han lanzado a adoptar diferentes plataformas, algunas de ellas dependientes de terceros, otras con fallos de seguridad. Generalmente estos recursos son caros y quizás carece de sentido que grupos de 60-80 estudiantes (que es el tamaño de grupos que tenemos generalmente en la universidad) asistan a sesiones virtuales síncronas, donde la tecnología en muchos casos puede fallar, así como la conectividad.

A pesar de que es difícil escapar de esta pedagogía de la compulsión y no caer en la necesidad de implementar estrategias kamikazes, en esta situación tenemos que confiar en nuestro sentido común, tratemos de ayudar a nuestros compañeros/as y estudiantes y hacer lo posible por ofrecerles nuestro apoyo moral y los recursos necesarios para que aprendan lo que puedan. Probablemente nuestros estudiantes recuerden este año por muchas otras cosas que no serán por lo que hayan aprendido en nuestras asignaturas.

Notas al pie de página

Nota1. COTEC 2020. Propuestas para cinco posibles escenarios educativos ante la crisis sanitaria del COVID-19. En https://online.flippingbook.com/view/967738/

Nota 2 La CRUE es una asociación sin ánimo de lucro formada por los rectores de universidades públicas y privadas y el principal interlocutor entre las Universidades y el gobierno central, teniendo un papel relevante en los desarrollos normativos que afectan a la educación superior de nuestro país.

Nota 3.Universidad en casa https://www.uned.es/universidad/inicio/uned_uoc_solidaria.html

Nota 4.Jorrín Abellán, I.(2020). Pedagogía Kamikaze de la compulsión. En https://drive.google.com/file/d/10KQQTwP1fWPPp5-g_vq_0O2H-uh5inhw/view?fbclid=IwAR2tdK0DLSvMNG9_00gItEHX0Qn3yPFpazdw5AsFMuoUvRkWv4TgRN7UIK8

Nota 5. Véase como ejemplo el comunicado remitido por el consejo de estudiantes de la Universidad de Burgos: https://www.ubu.es/sites/default/files/portal/files/caubu_-_evaluacion_-_consejo_de_gobierno.pdf